El megalodón o megalodonte (Carcharodon megalodon o Carcharocles megalodon), nombre que significa "diente grande", derivado de los términos griegos μέγας (megas, "grande", raíz megal-) y ὀδούς (odoús, "diente", raíz odont-), es una especie extinta de tiburón que vivió hace entre 19,8 y 2,6 millones de años, aproximadamente, durante el Cenozoico (de inicios del Mioceno1 hasta el final del Plioceno).2
La asignación taxonómica de C. megalodon se ha debatido cerca de un siglo y aún se encuentra en disputa, con dos interpretaciones principales: como Carcharodon megalodon (en la familia Lamnidae) o bien como Carcharocles megalodon (en la familia Otodontidae).3
C. megalodon es considerado como uno de los mayores y más poderosos depredadores en la historia de los vertebrados.4 Los estudios sugieren que C. megalodon lucía en vida como una versión corpulenta del gran tiburón blanco actual, Carcharodon carcharias, llegando a alcanzar los 18 metros de longitud total máxima.32 Los restos fósiles indican que este tiburón gigante tuvo una distribución cosmopolita, con áreas de cría en zonas costeras cálidas.3 C. megalodon probablemente tuvo una influencia muy importante en la estructura de las comunidades marinas de su época.5
De acuerdo a las ideas del Renacimiento, los gigantescos dientes triangulares fósiles que frecuentemente se hallaban inmersos en formaciones rocosas, se consideraron lenguas petrificadas (en latín glossopetræ) de dragones y serpientes. Esta interpretación fue corregida en 1667 por un naturalista danés, Nicolás Steno, quien las reconoció como pertenecientes a tiburones antiguos, basándose en la disección que realizó de una cabeza de tiburón actual.6 Steno describió sus hallazgos en un estudio, Disección de la cabeza de un tiburón, que contenía una ilustración de la cabeza del tiburón actual junto a dos glossopetrae, para mostrar y destacar su similitud con los dientes de este animal.7 Según John Maisey, la lámina de Steno corresponde a la primera ilustración conocida de fósiles de C. megalodon.8 Por otro lado, este estudio constituye la primera interpretación certera sobre el origen orgánico de los fósiles.9
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