El cuento de terror (también conocido como cuento de horror o cuento de miedo, y en ciertos países de Sudamérica, cuento de suspenso), considerado en sentido estricto, es toda aquella composición literaria breve, generalmente de corte fantástico, cuyo principal objetivo parece ser provocar el escalofrío, la inquietud o el desasosiego en el lector, definición que no excluye en el autor otras pretensiones artísticas y literarias.
La revista Weird Tales (Cuentos de miedo o cuentos extraños, en inglés), portada del número correspondiente a septiembre de 1952.
Contexto
Un cuento de terror sería, por tanto, un relato literario y no oral, ya que, si bien existe una amplia y antiquísima tradición de cuentos con dichos contenidos, probablemente por tratarse de relatos transmitidos de boca en boca, nunca han recibido otra denominación que la de cuentos o leyendas a secas. Ni siquiera cuentos infantiles, aunque de índole terrorífica (e inscritos en la tradición oral en su día), como “La Cenicienta”, de Charles Perrault, o “Caperucita roja” y “Blancanieves”, de los Hermanos Grimm, reciben la denominación de cuentos de terror, que parece haber sido acuñada expresamente para las obras mayores del género aparecidas entre los siglos XIX y XX.El estudioso británico del género, David Punter, en su obra The Literature of Terror. A History of Gothic Fictions from 1765 to the Present Day, relaciona estrechamente el término "terror" con la narrativa gótica de procedencia anglosajona: «[...] de Lewis a Conan Doyle, de Mary Shelley a Ambrose Bierce, de Dickens a J. G. Ballard, en todos los cuales hallamos rastros de lo gótico. Los conceptos de "gótico" y "terror" han aparecido entrelazados a lo largo de la historia de la literatura y lo que se precisa es una investigación de cómo y por qué tal ha llegado a ser el caso».
Según el especialista estadounidense Jack Sullivan, muchos críticos literarios proponen que la Edad de Oro del cuento de fantasmas se dio a partir del período de decadencia de la novela gótica, en la década de 1830, y duró hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial. Sullivan sostiene que las obras de Edgar Allan Poe y Sheridan Le Fanu inauguraron dicha Edad de Oro.
El cuento tradicional
Para Vladimir Propp, el cuento solo puede denominarse como tal si es fantástico (maravilloso): el estudio del cuento popular o folklórico solo puede aplicarse «cuando se trata de los cuentos maravillosos, los cuentos "en el sentido propio de esta palabra"».10 De esta manera, Propp parece defender que el cuento de miedo, como tal cuento, nunca puede ser realista.Si, estrictamente hablando, hemos de considerar el cuento de terror como relato literario, la definición más amplia confunde, sin embargo, en muchos casos el cuento de terror (más bien el cuento de miedo) con el mero cuento tradicional, y tradicional en el sentido de ancestral.
Se conocen cuentos de miedo desde siempre, desde la más remota antigüedad: «El cuento de horror es tan antiguo como el pensamiento y el habla humanos», manifestó H. P. Lovecraft.11 Y para Edmund Wilson, como veremos más adelante, el cuento de miedo, de por sí, tiene carácter «anticuado». Este tipo de historias o leyendas se alimenta primordialmente de los diversos miedos naturales del hombre: la muerte, las enfermedades y epidemias, crímenes y desgracias de todo tipo, catástrofes naturales... Según Rafael Llopis, «los cuentos de terror natural se basan más o menos directamente en el miedo a la muerte, especialmente a una muerte atroz, [...] más allá de esa frontera se extiende el dominio de lo que los anglosajones entienden por "cuentos de lo sobrenatural", que se basan en el miedo al Más Allá».12
Relatado por los viejos del lugar al amor del fuego en noches propicias, el cuento de miedo es elemento típico del folklore de los pueblos, y ha sido sin duda una de las primeras formas culturales de la humanidad, tan antigua como la épica, la magia y la religión, de las cuales igualmente se nutría. Pensemos en los dioses y demonios, los buenos y malos espíritus, los monstruos, leviatanes, magos y adivinos que, a través de los mitos, leyendas, epopeyas y epopeyas mitológicas, han asustado al hombre a lo largo de toda la Antigüedad, en culturas tan dispares como las de la India, Japón, Mesopotamia, América del Sur, Antigua Grecia, pueblos nórdicos, celtas, etc.
El antropólogo escocés James George Frazer recoge a lo largo de su obra capital, La rama dorada, cientos de cuentos y leyendas, con especial atención a los tabúes de todo tipo, procedentes de todas las partes del mundo y de todas las épocas. Uno de los mitos más antiguos en este sentido es el que Fraser llama alma externada, vinculado con la muerte y la resurrección.
Fábulas de esta clase están difundidas extensamente en el mundo, y del
número y la variedad de incidentes y detalles de que está revestida la
idea principal podemos deducir que la idea de un alma externada es una
de las que han tenido más fuerte arraigo en la mentalidad de los hombres
en una etapa histórica primitiva. Los cuentos populares son un
fidedigno reflejo del mundo tal como apareció ante la mente primitiva y
podemos estar seguros de que una idea que se encuentre corrientemente en
ellos, por absurda que nos parezca, debió ser alguna vez artículo de fe
corriente. Esta convicción, en lo que se refiere al supuesto poder de
separar el alma del cuerpo por un tiempo más o menos largo, se corrobora
ampliamente por una comparación de los cuentos populares en cuestión
con las creencias y prácticas actuales de los salvajes.
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